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A mediados de agosto se aprobó por el Congreso de Estados Unidos un importante paquete de legislación sobre ambiente y energía que, de acuerdo con diversos analistas independientes, podría acercar al país a su objetivo de reducir a la mitad las emisiones contaminantes causantes del calentamiento global para 2030.
La legislación, firmada por el presidente Joe Biden el 16 de agosto, incluye incentivos fiscales para tecnologías energéticas con cero emisiones que podrían permitirle al país reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en aproximadamente un 40% por debajo de los niveles de 2005 para finales de esta década, según estimaciones del Proyecto REPEAT dirigido por la universidad de Princeton.
Si bien este porcentaje no es el objetivo que prometió Biden de reducir las emisiones en al menos un 50% por debajo de los niveles de 2005 para 2030, los expertos dijeron que políticas adicionales como nuevas regulaciones federales o una acción climática estatal y local más agresiva podrían ayudar a cerrar dicha brecha.
“Este proyecto de ley hace aproximadamente dos tercios del trabajo que debemos hacer para alcanzar nuestros objetivos climáticos, que para un solo proyecto es una gran noticia”, dijo Jesse Jenkins, ingeniero en sistemas de energía en Princeton que ayudó a liderar el esfuerzo. “Y al reducir el costo de la energía limpia, puede facilitar que los estados, las ciudades o las empresas tomen más medidas climáticas por su cuenta”.
Aún sin el proyecto de ley, las emisiones en Estados Unidos ya estaban en camino de caer aproximadamente un 27% para finales de esta década desde su punto máximo en 2005, según investigadores.
Esto se debe en parte a que las empresas eléctricas han estado cerrando centrales eléctricas de carbón en favor de gas natural, energía eólica y energía solar por ser más baratas y limpias, y porque los estadounidenses están comenzando a comprar más vehículos eléctricos, que generalmente generan menos emisiones que los modelos que funcionan con gasolina tradicional.
El proyecto de ley está diseñado para ayudar a acelerar la tendencia hacia menores emisiones en electricidad y transporte, ampliando los créditos fiscales para nuevas turbinas eólicas, paneles solares, baterías y vehículos eléctricos. Pero también invierte en tecnologías como reactores nucleares avanzados, combustibles de hidrógeno de combustión limpia, captura y almacenamiento de carbono y bombas de calor eléctricas que podrían ayudar a reducir las emisiones de la industria pesada y los edificios, dos áreas en las que el país ha progresado poco hasta la fecha.
El año pasado, el presidente Biden fijó el objetivo de reducir las emisiones de Estados Unidos a la mitad para finales de esta década, que es aproximadamente el ritmo que los científicos dicen que se debería seguir para limitar el calentamiento global a 1.5 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales y estar a tiempo de minimizar el riesgo de olas de calor catastróficas, incendios forestales, inundaciones y sequías. El planeta ya se ha calentado aproximadamente 1.1 grados Celsius durante el siglo pasado.
Por otro lado, los economistas y expertos en política coinciden en gran medida en que el proyecto de ley podría ayudar a mitigar la inflación, aunque advirtieron que sus efectos pueden ser moderados. También señalaron que los aproximadamente $300 mil millones en pagos de déficit durante la próxima década harían una mella relativamente pequeña en la deuda general de Estados Unidos. Aun así, la nueva legislación es la inversión climática más grande jamás realizada por el Congreso, que asciende a aproximadamente $390 mil millones en 10 años.
No obstante, el proyecto de ley no resolverá el calentamiento global por sí solo. Un informe de las Naciones Unidas del año pasado estimó que la humanidad probablemente necesitará reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre 15 y 30 mil millones de toneladas adicionales para 2030 para evitar los peores impactos del cambio climático. El análisis de Princeton sugirió que el nuevo proyecto de ley del Senado proporciona alrededor de mil millones de toneladas de recortes adicionales.
La legislación podría transformar casi todos los aspectos de la producción de energía estadounidense. El análisis mencionado estima que las empresas podrían instalar el doble de energía solar y eólica cada año para 2030, de lo que habrían hecho sin la iniciativa.
El proyecto de ley también ofrece incentivos para que las empresas de servicios públicos mantengan abiertas sus plantas nucleares. Sin esa disposición, hasta un tercio de la flota nuclear, que sigue siendo la mayor fuente de energía baja en carbono del país, corre el riesgo de cerrar para 2030, estimó Rhodium Group.
Sin embargo, existen grandes incertidumbres en torno a los efectos precisos del proyecto de ley, en parte porque no requiere que las empresas reduzcan sus emisiones.
Mucho dependerá de la rapidez con que las nuevas fuentes de energía de bajas emisiones desplacen al carbón, el petróleo y el gas natural, los principales impulsores del calentamiento global.
La legislación también tiene varias disposiciones que podrían aumentar las emisiones en algunos lugares. El proyecto de ley ordena la venta de arrendamientos para nuevas exploraciones de petróleo y gas en el Golfo de México y Cook Inlet en Alaska, y requiere que el Departamento del Interior realice subastas para arrendamientos de combustibles fósiles si planea aprobar nuevos proyectos eólicos o solares en tierras federales.
Los analistas de Energy Innovation calcularon que por cada tonelada de emisiones creadas por las disposiciones de arrendamiento, "las otras disposiciones evitan al menos 24 toneladas de emisiones".
Con información del New York Times